Los envases son uno de los grandes valores de la cadena de consumo. Su misión a la hora de proteger, transportar y exponer cualquier producto hasta llegar al consumidor es de vital importancia. En las últimas décadas, los embalajes han vivido una profunda transformación adaptándose cada vez más a las necesidades del cliente y del producto. A los requisitos puramente técnicos, hoy se suman nuevas máximas.

La sostenibilidad ha irrumpido en el diálogo que mantiene el producto con el consumidor. Ambos, desde una perspectiva de competitividad y responsabilidad social, reclaman envases y embalajes acordes al proceso de transición de una economía lineal a una economía circular, donde prima la optimización de los recursos. En su compromiso ambiental los envases de cartón ondulado son imbatibles. Su carácter de material renovable, reciclable y biodegradable le confiere superioridad frente a otras opciones de embalaje.

No hay nada más respetuoso con la naturaleza que lo que procede de la propia naturaleza. El proceso para producir cartón funciona como un ciclo integrado. Así, el cartón tiene como punto de partida el papel, una materia prima que proviene de la madera y del reciclaje. La superficie forestal europea aumenta a una media de 700.000 hectáreas al año, gracias en gran medida a la industria del papel y el cartón. Estas plantaciones cuidadas bajo modernas técnicas de silvicultura actúan como eficientes sumideros de CO2.

Una vez usado, el envase de cartón no es residuo, sino que se convierte de nuevo en recursos. De hecho, es el material líder en reciclaje en nuestro país: la recogida de papel y cartón para reciclar en España creció en 2016 por tercer año consecutivo y llegó a los 4,7 millones de toneladas, lo que representa un 71% del papel que se consume.

La industria del papel y el cartón apuesta por la certificación forestal, el menor consumo de agua y la descarbonización del sector. El uso de papeles más ligeros, ondas más pequeñas, nuevas técnicas de impresión y tintas al agua,son solo algunos de los ejemplos del empeño del sector cartonero español por ofrecer al mercado soluciones innovadoras sin perder de vista el respeto al entorno desde el plano económico, social y ambiental. La industria del cartón ondulado emite prácticamente la mitad de CO2 que la industria del plástico reutilizable, según un comparativo de la Escuela de Negocios del IESE.

En 2016 en España se alcanzaron los 4.476 millones de euros de facturación, empleando a más de 22.000 trabajadores para producir un total de 4.952 millones de m2. Un sector que invierte para crear riqueza y valor añadido.

Más del 50% de la producción de cartón ondulado hoy se dedica a alimentación y bebidas, por lo que la importancia de preservar la higiene y, por tanto, la seguridad alimentaria es una necesidad perentoria. Para ello, es fundamental que el envase sea de un solo uso, como son los de cartón ondulado. La única manera de evitar la contaminación por usos anteriores o restos de detergente de los procesos de higienizado de los reutilizables es estrenando caja. A este respecto, la Universidad de Bolonia demostró en 2016 tras una amplia investigación que las cajas de cartón ondulado aseguran una vida útil de las frutas y verduras hasta tres días más larga.

Un buen ejemplo búsqueda de la calidad técnica es el desarrollo de sellos de calidad, como UNIQ para la caja agrícola de cartón. Cualquier caja estampillada, es sinónimo de fiabilidad, protección, seguridad y resistencia para que las frutas y hortalizas lleguen a su destino en perfecto estado minimizando el riesgo de desperdicio alimentario.

El consumidor empieza a ser consciente del impacto ambiental de sus decisiones de compra. Y el envase está incluido en esa premisa. La recién elaborada encuesta de la empresa de investigación de mercados y opinión pública Feedback, ha concluido que los españoles empiezan a diferenciar entre los envases que ayudan a su preservación y los que, por el contrario, suponen un grave prejuicio para el medioambiente. Según el barómetro “Envases y embalajes: percepción de sostenibilidad medioambiental”, el 76,7% de los encuestados afirma que el cartón es el envase más sostenible, frente a un 10,7% que se decanta por el plástico.

En resumen, ¿qué hace falta para que el envase guste a un consumidor naturalista? Solo hace falta tener una respuesta satisfactoria a estas dos preguntas: ¿está hecho de un material que nunca se agota? Y, ¿una vez cumplida su función, qué posibilidades reales tiene de volver al circuito y ser reciclado?

Seguiremos demostrando que el envase ideal ya existe.

Por Leopoldo Santorromán Saldaña, presidente de AFCO.

Imagen: tania-melnyczuk